Psicomotricitat i joc lliure

 El tratamiento de Psicología Infantil a través de la Psicomotricidad tiene como elemento diferenciador de otras intervenciones terapéuticas, el movimiento corporal y el juego espontaneo.

Pero, ¿movimiento y juego espontaneo significa que no hay normas, ni directrices? ¿El niño puede hacer lo que quiere y como lo quiera?

No, se trata de movimiento corporal y juego espontaneo. Esto significa que las sesiones parten del deseo del niño, de su estado emocional y motivacional en ese momento pero no todo es posible.

En las sesiones de psicomotricidad hay normas, pocas, pero hay normas. No todo es posible y por tanto, se trabaja también la frustración y la aceptación de los límites.

También hay estructura. Unos tiempos y espacios diferentes para actividades distintas que ayudan al niño a estructurar su pensamiento, sus emociones y sus acciones.

Y, también, hay una figura de ley y de contención emocional que es el psicomotricista. Profesional formado para poder comprender y acoger las conductas motrices, emocionales y comportamentales del niño para acompañarle a resolver aquellos aspectos de su desarrollo que le producen malestar y sufrimiento.

Estos tres elementos, las normas, la estructura y la figura del psicomotricista aportan al niño un sentimiento de seguridad. La seguridad física y emocional es imprescindible para una buena progresión terapéutica en todos los casos.

Por ejemplo, un niño con dificultades para tolerar la frustración, que se enfada delante de las situaciones que no son como él quisiera; la relación acogedora y comprensiva del psicomotricista va a ayudarle a poder tolerar las normas. La estructura de la sesión le va a dar la seguridad de que hay continuidad, de que habrá nuevas posibilidades de repetir, de intentar, de realizar lo que él o ella desea y por tanto, va a tolerar que el tiempo de jugar finalice y pasar a realizar otro tipo de actividad.

Y para un niño o niña con problemas de timidez-inhibición-inseguridad, este dispositivo le permite sentirse seguro, confiado y arriesgarse a probar y realizar conductas nuevas. Un espacio de movimiento totalmente asegurado con colchones, material duro y material blando le permite descubrir sus posibilidades a través del cuerpo y del movimiento y así, a medida que se conoce des de la seguridad motriz, aumenta su autoconcepto y su autoestima para atreverse en las relaciones con otros niños o adultos.

Y ahora vamos a imaginar un niño con dificultad para hablar-pronunciar o para realizar otros actos que impliquen la musculatura (sea de la boca, de las manos, piernas…). La posibilidad de poder moverse libremente según sus deseos, según sus capacidades, de lo que él o ella sabe hacer le permite por un lado, la posibilidad de practicar aquellos movimientos previos necesarios para realizar una acción más compleja y así potenciar esa musculatura y esa acción motriz. Y por otro lado, sentirse confiado para probar lo que le resulta difícil o complicado. En la práctica psicomotriz trabajamos des de lo que el niño sabe hacer, de sus capacidades para potenciarlas y así poder avanzar en lo que no sabe hacer o le resulta difícil o le produce miedo.

Y sólo un ejemplo más por hoy. Un niño o niña con dificultades de atención o de aprendizaje. En palabras del mismo B. Aucouturier (creador de la práctica psicomotriz) “El pensamiento nace de la acción”. El niño aprende a través de su actuación en el entorno (su acción sobre los objetos, el espacio, el otro,…) y del resultado de esta acción genera ideas y pensamientos. Pero para poder actuar sobre el mundo, primero me tengo que conocerme yo, mi cuerpo y mis posibilidades motrices.

 

Estos son solo unos ejemplos generales para entender como la sala de psicomotricidad y la psicología infantil a través de la psicomotricidad ofrecen al niño/a la posibilidad de actuar espontáneamente des de su deseo, des de su motivación y sus capacidades, para poder progresar en su desarrollo y resolver aquellas dificultades que le frenan y le hacen sufrir.

Digo generales porque no hay dos niños iguales, no existe el niño/a de “manual”. Cada niño es incomparable y requiere de una intervención particular y ajustada para su singularidad. Por eso en la psicología infantil a través de la psicomotricidad no hay recetas ni ejercicios programados; acogemos al niño en ese momento concreto de su desarrollo y adaptamos el tratamiento a lo que necesita justo en ese momento.

 

 “Jugarse en un vínculo seguro y contenedor, que permite ayudar y ayudarse a descubrir y encauzar conflictos que nos marcaron tempranamente en nuestro desarrollo” Pablo Bottini y Miguel Sassano (Jugarse jugando. Reflexiones acerca del juego corporal en Psicomotricidad)

 

 

 

 

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